Un vestido bucólico, un escenario natural, un paisaje
encantado, teñido de verdes ocres y tostados.
Los rayos de sol tardíos se cuelan entre los árboles
amarillos y naranjas, huele más que nunca a naturaleza, a tierra húmeda. Mangas
de fino tul plumeti, un camino de hojas secas en vez de pétalos… un bosque que
parece encantado, así me imagino yo una boda entre Octubre y Diciembre.
La novia llevaría, en vez de una corona de flores, una tiara de
espiga de trigo o un tocado de flores metalizadas como los que hace Le touquet,
que tanto nos gustan por estos lares…
Todo lo que rodea a la boda, las invitaciones, los detalles
de los invitados, la mesa dulce, el rinconcito de las firmas y todo lo que se
os ocurra, también deberían ir en la misma línea, con esa temática otoñal.